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Edircia Fuenmayor “A mi hijo lo torturaron en la DGCIM”

A tres años de su detención el teniente de fragata Ángel Barrios Fuenmayor sufre depresión: está recluido en la cárcel militar de Ramo Verde, en Caracas, lejos de su familia, unos residen en Zulia, otros en Río Chico, y su mamá se vio obligada a emigrar por persecución de la DGCIM. No recibe visitas ni ha visto crecer a sus pequeños hijos.

Fue condenado a 10 años de prisión por su participación en un plan de conspiración contra el gobierno. Ni él ni su familia desmienten ese señalamiento; es más admiten que participó, pero niegan que haya traicionado a la patria como el gobierno endosa a todo aquel que no está de acuerdo con sus políticas. Afirman que fue precisamente por salvar a la patria de la corrupción enquistada en el poder que aceptó buscar una solución para sus compatriotas. Ya había presenciado y denunciado hechos de corrupción de parte de sus superiores, pero no hubo acciones que pusieran freno a la situación. Lo único que logró fue su traslado de San Félix donde estaba destacado al puesto de Guardacostas Vargas. Quienes delataron su participación también formaron parte en la conspiración pero salieron airosos, aunque uno de ellos, que además testificó en su contra, luego cayó detenido por ser miembro de una red de extorsión.

Los primeros dos días de detención su familia no supo nada de él.  Su madre relata que fue sometido a torturas desde que fue detenido para que confesara quiénes más estaban involucrados en el caso: “En el Sebin de El Helicoide lo colgaron de los brazos y en esa posición lo dejaban por horas y le daban golpes en las costillas con objetos y cables de alta tensión, lo asfixiaban metiendo la cabeza en bolsas con pañuelos húmedos. Luego en la DGCIM lo torturaron de manera cruel y despiadada, repitieron esas torturas y tratos crueles pero allá también empeoraron las cosas, además le aplicaron aparatos con descargas eléctricas, lo bañaban con agua sucia que no sé de dónde sacaban y le dejaban con eso mojado  que se empozara en los pies, lo dejaron así varios días y se le infectaron los pies, le salieron llagas con pus y sangre, cuando veían que no era capaz de moverse, que prefería recibir palo antes de moverse lo sacaban en silla de ruedas para la enfermería, nunca lo llevaron a un hospital. No tenía sentido que le hicieran eso porque ellos sabían la verdad, sabían quienes más estaban involucrados, le habían intervenido el teléfono, tenían testimonios de él y de otros, así que lo sabían todo, nada justificaba ese trato”, afirma Edircia Fuenmayor.

En este tiempo en prisión el teniente Barrios ha perdido 20 kilos, pesa 60, mide 1,80 metros. Su madre, que desde diciembre de 2020 vive en otro país debido a las persecuciones y acosos por denunciar el caso y acudir constantemente a la Armada, es de escasos recursos, era profesora de Castellano pero la Gobernación de Miranda le quitó su sueldo. Con dificultad consigue algo de empleo donde ahora reside y al recibir la paga lo primero que hace es enviar dinero para la comida de su hijo preso, pero no es suficiente, de allí la desnutrición que padece; además Edircia tiene otro hijo aunque con discapacidad cognitiva que tuvo que dejar y a quien están a punto de desalojar de donde vive por retrasos en el pago del alquiler.

“He tenido que pedir comida para mis hijos… Es muy duro todo esto. “Siento que ya perdí todo como madre… La Armada como fuerza es inmoral, los tribunales al escuchar a mi hijo han debido indagar los motivos por los cuales él decidió participar y tomar acción para poner freno a esa situación. Pero los tribunales militares reciben órdenes, no actúan con convicción, por eso yo solo creo en la justicia divina, no en la humana”, dice Edircia ganada por el llanto.

Con la idea de tener una actividad para distraerse los fines de semana mientras sus compañeros de prisión reciben las visitas de sus familiares, pero los suyos nunca llegan porque son de tan escasos recursos que no pueden costearse los traslados, el teniente de fragata Ángel Barrios presentó un proyecto a la directiva de Ramo Verde que le fue aprobado: reunió donaciones para comprar varios televisores y montó una sala de TV que usa él y otros militares presos que tampoco reciben visitas.

Sus dos hijos, un varón y una hembra de apenas 6 y 4 años, creen que su papá está navegando como es común en los militares de la Armada. La niña apenas convivió con él su primer año de vida, para mantener viva la imagen de su padre lo ve en las fotos que le muestran, al igual que el niño que tenía 3 años cuando el teniente Ángel fue detenido.  

La Corte Penal Internacional tiene el formulario del caso del teniente Ángel Barrios, de 32 años de edad. Los abogados defensores apelaron la sentencia partiendo del hecho de que todos los cargos por los cuales lo sentenciaron: sustracción de prenda militar, delitos contra decoro de la Fuerza Armada son en grado de tentativa y complicidad.  Durante el proceso judicial se le retiraron las imputaciones por traición a la patria e instigación a la rebelión militar.

Edircia Fuenmayor pide que el caso sea nuevamente revisado y apoyo psicológico para su hijo que solo recibe las visitas de sus abogados que le llevan la comida que compran con lo que ella manda desde el exterior.  “Mi hijo es tan buen muchacho, noble e ingenuo que creyó que el camino para sanear las Fuerzas Armadas era conspirar, él no pensó en las consecuencias, él actuó acorde a su juramento militar: defender a su patria de propios o extraños”.

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