La directora del Centro para los Defensores y la Justicia, una ONG dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos, con énfasis en las personas defensoras venezolanas, siente satisfacción –como todos en el movimiento nacional de derechos humanos– ante la posibilidad de que los expertos de “La Misión” hayan sido autorizados para investigar por dos años más las graves violaciones a los DDHH ocurridas en Venezuela y sobre todo identifiquen a los responsables, y porque la OACNUDH se mantenga trabajando sobre Venezuela. Sin embargo, es consciente de que solo se trata de un par de pasos más de los muchos que aún faltan para que las víctimas obtengan justicia, verdad y reparación
―En el último periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas el Estado venezolano sufrió varios reveses, ¿cuáles hechos marcaron la mala percepción que hay de Venezuela ante el mundo en esta ocasión a diferencia de otros años en los que también hemos tenido graves problemas en materia de derechos y sin embargo ha quedado mejor parado?
Creo que los informes de la Misión de Determinación de Hechos han sido fundamentales. La anterior elección de Venezuela ante el Consejo fue en el año 2019, el mismo año en que se emitió la primera resolución que aprobó el mandato de la Misión y hasta ese momento sólo existían algunos informes como los del Alto Comisionado anterior y el informe de ese año de la Alta Comisionada Michelle Bachelet; todavía no era tan visible para la comunidad internacional la gravedad de las violaciones de derechos humanos que se estaban cometiendo; ahora tres años después, con cuatro informes de la Misión, distintos informes de la Alta Comisionada y el avance en la Corte Penal Internacional se ha demostrado al mundo y a la comunidad internacional que en Venezuela no solo se siguen vulnerando derechos humanos, sino que hay impunidad y que el Estado no tiene las cualificaciones necesarias para ser parte del Consejo de Derechos Humanos.
Juega también a favor que en la elección de 2019 Venezuela fue uno de los países menos votados y que para esa elección había dos vacantes y solo dos candidatos, pues un tercero se postuló muy tarde; en el caso de 2022 igualmente había dos vacantes con la diferencia que habían tres candidatos desde el inicio y las candidaturas de Chile y de Costa Rica fueron muy fuertes. De hecho, quedó Chile con 164 votos a favor y después Costa Rica con 154, Venezuela muy por debajo con 88. Pero además, esa actitud amenazante de Venezuela hacia los propios Estados del Consejo de Derechos Humanos debe haber tenido un impacto negativo en la votación, pues la respuesta del representante de Venezuela fue amenazar con medidas a los Estados que apoyaran la renovación de la Misión, esa actitud hostil tuvo un resultado que fue la suma de distintos factores que llevaron a que Venezuela no fuese votada para formar parte del Consejo de Derechos Humanos por un período más.
―Los resultados de esas amenazas fueron contrarios a lo esperado por el Estado
Sí, creo que actitud de Venezuela de amedrentar, intimidar, amenazar, no fue para nada favorable. No creo que en ningún caso una actitud así de un Estado sea favorable. Hemos visto ciertamente Estados que rechazan, que alegan el principio de soberanía, autodeterminación, no intervención, la necesidad de la imparcialidad, de respetar los derechos humanos sin que se afecten los intereses propios, pero en este caso fue más allá y apeló por una actitud mucho más hostil y amenazadora, incluso en un foro público como es el Consejo de Derechos Humanos. De esa manera, y hacerlo no solo en el debate, sino que luego la Cancillería emitiera un comunicado, demuestra que los Estados no toleran ese tipo de actitudes hostiles y vemos como eso tuvo un efecto en el resultado.
―El resultado que si es favorable para el movimiento de derechos humanos es que se va a mantener el escrutinio del sistema universal sobre Venezuela, se aprobó la renovación de la Misión pese a las amenazas y la permanencia de la Oficina del Alto Comisionado en Venezuela aun teniendo en cuenta que actualmente hay otros focos de interés mundial
Si, efectivamente en el mundo hay distintos problemas, el tema de la agresión de Rusia a Ucrania, las consecuencias que tuvo la pandemia y que sigue teniendo en desarrollo en varios países, conflictos locales como la situación de Nicaragua o de China, ciertamente la comunidad internacional tiene la mirada en distintos problemas. Aun así Venezuela no ha quedado fuera de ese foco, creo que hay que rescatar el gran trabajo de incidencia que han hecho las víctimas y las organizaciones de derechos humanos nacionales por mantener activos los distintos mecanismos para avanzar en procesos de verdad, justicia y reparación. Eso es lo que ha llevado a que el Consejo haya tomado la decisión favorable, con 19 votos a favor, de mantener la vigencia por un período de dos años más no solo la Misión Internacional de Determinación de Hechos, que ha generado aportes muy importantes y significativos para identificar patrones represivos y a los responsables de estas acciones, así como generar recomendaciones para evitar la impunidad frente a las graves violaciones de derechos humanos, sino que tenemos también un mandato específico a que la oficina del Alto Comisionado continúe trabajando sobre Venezuela, y eso es muy importante, sobre todo por el cambio de la figura del Alto Comisionado, tomando en cuenta que la señora Bachelet terminó su mandato.
―¿Qué acciones diplomáticas pudiera ejercer el Estado venezolano en contra de los países que promovieron la renovación de la Misión y que apoyaron esa votación, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de países de la región?
Creo que hay que tomar en cuenta que ya han transcurrido algunas semanas desde la votación y no hemos visto ninguna acción de represalia más allá de su retórica, que no es algo nuevo, ya desde el pasado se amenaza, se señala y se recurre a esa política de estigmatización, de rechazar bajo los alegatos de protección de la soberanía, de la injerencia, etcétera. Venezuela se caracteriza por amenazar públicamente en distintos espacios y creo que eso lo que puede generar es mayor rechazo. Sin embargo, cuando vemos la representación diplomática en el país no es mucha la que queda, ha habido ruptura de relaciones diplomáticas con muchos Estados, pero también es cierto que hay distintos intereses más allá de los derechos humanos. Entonces, eso puede reflejar hasta dónde realmente es capaz el Estado venezolano de llegar más allá de declaraciones públicas y la retórica de intimidar y amenazar.
¿Cómo debería ir enfocada la cooperación con la Oficina del Alto Comisionado con la nueva figura al mando, pues ésta fue un poco sombría durante el mandato de Bachelet? ¿Cuáles son las expectativas en torno al nuevo Alto Comisionado?
La preocupación está en que la presencia de la Oficina en Venezuela esté no solo suscrita a un acuerdo de entendimiento que por la extrema discrecionalidad del Estado pueda verse debilitado; ahora con un nuevo mandato del Consejo hay una medida mucho más firme que Venezuela no va a poder ignorar tan fácilmente, porque es un órgano internacional el que da ese mandato a la oficina del Alto Comisionado de continuar monitoreando y de hacer seguimiento a las distintas recomendaciones
En cuanto a la oficina del Alto Comisionado hay que tener en cuenta que si bien cambia la figura que representa el Alto Comisionado el equipo se mantiene, entonces lo importante es seguir incidiendo y presentando la información necesaria al nuevo representante del Alto Comisionado para que en Venezuela se avance con pasos mucho más firmes, no solo en torno a la cooperación técnica, sino también en términos de protección, de resguardo del espacio cívico y democrático y de recuperación del Estado de Derecho porque mientras se sigan vulnerando las libertades fundamentales y cercenando el espacio cívico difícilmente podemos avanzar hacia la garantía de respeto de los derechos humanos.
―¿Hay alguna posibilidad de que tras estos reveses el Estado venezolano se niegue a cooperar con la Oficina del Alto Comisionado o revierta la poca cooperación que ha dado hasta ahora?
Las posibilidades de poca o nula cooperación siempre existen y en efecto Venezuela ha intentado demostrar una actitud pública de cooperación que ciertamente no parece ser la más genuina. Algo que ha caracterizado a Venezuela es que ante la comunidad internacional, en especial en el seno de Naciones Unidas, siempre ha buscado mostrarse como un país que garantiza derechos humanos y que coopera, por lo que tener una actitud completamente hostil hacia el sistema puede ser mucho más desventajoso. Entonces sí, la posibilidad está allí, pero también es cierto que la mirada sobre el país sigue siendo fuerte y activa, por lo que Venezuela tendrá que empezar a dar cumplimiento efectivo, genuino y con voluntad política real. Eso sí, sigue habiendo mucho trabajo para la sociedad civil, para las organizaciones de derechos humanos, hay que seguir documentando, seguir denunciando lo que ocurre, seguir acompañando a las víctimas, porque solo así podemos luchar contra la impunidad.
―¿Tras estos resultados obtenidos qué sigue para las organizaciones que trabajan en la defensa y promoción de los derechos humanos?
Creo que hay que hacer un trabajo continuo de incidencia, algo que ha caracterizado a la sociedad civil venezolana, en particular a las organizaciones de derechos humanos en los últimos años, es la labor coordinada y en alianza para hacer incidencia ante los sistemas internacionales de lo que está sucediendo en Venezuela y gracias a ese trabajo es que se han logrado los distintos mecanismos que hoy en día continúan abiertos sobre el país. Entonces, se trata de seguir documentando y seguir denunciando con rigurosidad y consistencia.
Es importante también el manejo de expectativas, ayudar a que la sociedad en general y las víctimas entiendan que estos procesos pueden ser más lentos de lo que uno espera, pero que solo con esa constancia y con no dejarse callar ni vencer por el miedo ante la política de criminalización y de represión que existe en Venezuela es que se van a obtener resultados para procurar la verdad, la justicia y la reparación que requerimos como sociedad. //