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Fanny Castillo, abuela Luis Alejandro Pérez Llovera: “En Venezuela la policía no tiene derecho a quitarle la vida a nadie”

Tres años de impunidad. Es el tiempo que ha transcurrido desde que una comisión de las FAES ejecutó a Luis Alejandro Pérez Llovera en la casa de su abuela en el centro de Barquisimeto, estado Lara. Apenas había amanecido ese 8 de abril de 2019, el joven de 28 años de edad aún dormía, su abuela estaba sacando los perros de la casa a hacer sus necesidades cuando de manera abrupta llegaron casi 20 policías y tras preguntarle a la señora con quién vivía se metieron a la casa, despertaron al joven, lo golpearon y finalmente lo mataron a tiros.

“Al verlos intenté cerrar la puerta y uno de ellos me dijo ‘si cierra le va a ir peor’… ellos no sabían quién vivía en la casa ni a quién iban a buscar. Mi nieto alcanzó a decirles ‘qué pasó, qué hice, por qué están aquí’, solo eso, lo sentaron en la cama y comenzaron a golpearlo con el mango de un cuchillo hasta que le rompieron la cabeza”, relata Fanny Castillo, abuela de la víctima.

Como ocurre en todos los procedimientos de este tipo los funcionarios sacaron a la señora de la casa mientras ejercían el abuso de autoridad adentro sin siquiera tener una orden judicial hasta violar el derecho a la defensa y a la vida de Luis Alejandro Pérez Llovera.

La madre del joven que vivía un poco más arriba estaba llegando en ese momento a dejar a una de las hijas de la víctima que vive con ella. Logró escuchar los tres disparos que pusieron fin a la vida de su hijo. “Ellos llegaron en tres camionetas y dos patrullas a las 6:30 de la mañana, a las 7:30 ya mi nieto estaba muerto. Después que lo ejecutaron algunos de los funcionarios se fueron a otro procedimiento igual, a ese otro muchacho, que yo no sé quién es, lo sacaron de su casa y lo mataron en otro sitio”.

Fanny Castillo denunció el caso ante la Fiscalía. Allí se enteró que los agentes argumentaron que se trató de un enfrentamiento, una narrativa común en los casos de ejecuciones extrajudiciales: “Eso es mentira, primero él estaba durmiendo y ellos lo despertaron, además tenía un yeso en la mano derecha, no podía ni hacer una arepa, después que lo mataron ellos le quitaron el yeso y le pusieron la pistola de ese lado y tomaron fotos”.

Al regresar a la casa de interponer la denuncia se percató de que los policías se llevaron todo de la casa, hasta la comida, ropa, enseres; testigos dicen que vieron a un funcionario salir con un bolso lleno que vació varias veces en uno de los vehículos. Incluso el teléfono celular de la señora Fanny se lo quitaron. Antes de irse de la casa cocinaron y comieron.

Luis Alejandro trabajaba en el Edificio Nacional, donde operan los tribunales y otras dependencias judiciales del estado Lara, “allá todo el mundo lo quería, mucha gente de su trabajo lamentó su muerte”, dice su abuela. “Él no tenía problemas con nadie, a las 5:00 de la tarde llegaba a la casa y se ponía sus shorts, descansaba y a las 7:00 de la noche estaba haciendo cena para los dos; los únicos días que salía de madrugada o que no dormía en la casa era cuando tenía que hacer cola para ayudar a alguien con algún trámite. Por la casa todo el mundo lo quería, él se crio en este sector, era muy buen muchacho y no lo digo porque era mi nieto, por eso yo quisiera saber el motivo por el cual lo mataron”.

Hace apenas 6 meses Fanny Castillo tuvo acceso al expediente del caso de su nieto, luego de tres años de ocurrida la ejecución. Aunque el caso no ha avanzado pese a conocerse la identidad de los funcionarios que actuaron en el procedimiento, la abuela de la víctima no cesa en mantener activa la denuncia y las diligencias en tribunales. Hace un tiempo dos de los funcionarios responsables de la muerte de su nieto fueron detenidos por un caso de extorsión y secuestro.

“A veces escucho a la gente por ahí pidiendo que las FAES vayan a determinado sitio; ellos no saben qué es el FAES, no saben qué es el terror esa gente que te llega a medianoche, de madrugada, al amanecer, todos vestidos de negro, armados hasta los dientes y que te sacan de la casa sin importarles que seas viejo, joven, lo que sea, sino que te maltratan y uno no vale nada para ellos”.

Fanny Castillo es una mujer segura de sus palabras, fuerte y decidida. Habla de la ejecución de su nieto con indignación, consciente de que él no estaba en malos pasos que justificaran ser buscado por la autoridad y menos aún ser ejecutado ilegalmente. Sin embargo, se quiebra de inmediato cuando se le pregunta cómo lo recuerda, qué representaba en su vida. “Ay, no me hagas esa pregunta… Yo a Luis Alejandro lo extraño todos los días del mundo, él fue mi primer nieto, vivió conmigo toda la vida, desde pequeño, solo cuando estudió primaria estuvo con su mamá pero iba para mi casa todos los días, después de los 16 años se fue a vivir conmigo. En los peores años de la crisis inventaba cualquier cosa para cenar, con lo que se conseguía preparaba la comida; cuando estaba en la casa por la pandemia ponía un programa de radio a las 11:00 de la mañana en el que ponían vallenato, a él le encantaba, cantaba mientras cocinaba; se robaba los dulces de casa de su mamá y me los llevaba, yo también fui con él una abuela alcahueta, y así pasaban nuestros días hasta ese día que pasó lo que pasó. Ahora a las 11:00 de la mañana si estoy en la casa pongo ese programa y digo ‘Llegó Luis”.

 Su hija menor, Arianny, de 9 años, fue la más afectada de las dos con la muerte de su padre. “La llevé a la funeraria a verlo, ella le decía ‘papá, párate de ahí, yo sé que soy tu consentida, que me quieres más que a Hanna, pero no me voy a reír de eso para que no haya problemas’.

Luis Alejandro estaba a punto de irse para Colombia, le habían ofrecido el dinero para ese viaje cuando los policías lo mataron. “Lo último que vi de él fueron sus piernitas, porque él muy flaquito, las rodillas cuando los policías lo tenían sentado en la cama golpeándolo”.

“Yo sinceramente no tengo esperanzas de que haya justicia en este caso, claro que la anhelo, pero nada me va a devolver a mi nieto; yo mantengo la lucha más que todo es para que casos este no ocurran más, he visto a mucha gente llorando a sus muchachos, pero las madres no denuncian por miedo o por desconfianza de que vayan a investigar esas muertes más cuando presentan a los muchachos como delincuentes, ¡pero deben hacerlo! ´si no esto va a seguir ocurriendo y en Venezuela la policía no tiene el derecho a quitarle la vida a nadie, ellos no son jueces ni jurado para decidir sobre la vida de los demás. //

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