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Gilber Caro: Yo no quiero venganza, pero sí quiero justicia

Actualmente el diputado Gilber Caro ocupa la curul de Rafael Guzmán, quien se vio obligado a salir del país por persecuciones del TSJ tras habérsele allanado la inmunidad parlamentaria. Así, el parlamentario caraqueño que ha sido encarcelado dos veces por motivos políticos hoy forma parte de las comisiones de Finanzas y Régimen Penitenciario de la Asamblea Nacional. Los ataques y acosos en su contra comenzaron poco después de ser electo en una campaña en la que su carta de presentación fue su historia de superación tras haber sido un convicto

Gilber Caro es uno de los diputados de la Asamblea Nacional que ha pagado con cárcel ser un adversario en el ejercicio de sus derechos políticos. En abril de 2019 fue detenido por segunda vez en menos de dos años por su labor como parlamentario y miembro de uno de los partidos políticos más asediados por el régimen desde los tiempos de Hugo Chávez: Voluntad Popular, liderado por Leopoldo López.

La historia de Caro, electo como suplente en 2015 por el Circuito 4 del estado Miranda (Guarenas-Guatire, Mariches, Caucagüita y La Dolorita), es de superación. La vida de violencia de su juventud lo llevó a prisión, aunque por un delito que no cometió; sin embargo, fueron esos 10 años privado de libertad los que le permitieron comenzar a andar el camino que definiría su futuro. Sus deseos de ser un nuevo hombre enfocado a la labor social a favor de quienes como él necesitaban una segunda oportunidad en la sociedad lo condujo, inesperadamente, a la política. Así, una vez en libertad y trabajando en su nuevo proyecto de vida, la Fundación Liberados en Marcha, conoció a Leopoldo López. “Cinco años después, cuando hicimos una gira en 2009 por todo el país para fundar Voluntad Popular nos dimos cuenta de que para ser un líder político primero hay que ser un líder social. Yo me defino como un luchador social”.

Las ironías acecharon a Caro, único ex presidiario en ser electo diputado en Venezuela: se convirtió en un político cuando antes aborrecía la política, al punto que nunca ejerció su derecho al voto hasta que fue candidato a diputado; también se vio a sí mismo denunciando violaciones de derechos humanos cuando antes no creía en derechos humanos por vivir en un ambiente donde parecían no existir.

El 11 de enero de 2017 fue detenido por primera vez. Estuvo un año y medio aislado e incomunicado como preso político en tres cárceles: 26 de Julio, ubicada en el estado Guárico; Tocuyito, en Carabobo; San Fénix, en Lara. Perdió 12 kilos de peso durante ese tiempo. Fue procesado por un tribunal militar y liberado en el marco de un proceso de liberaciones de presos políticos con medidas restrictivas solicitadas por el Poder Ejecutivo al Poder Judicial. Luego de diez meses de su liberación, en junio de 2018, funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) lo arrestaron por segunda vez. Estuvo desaparecido por 53 días.

Nunca me hablaron de la parte mala de la política. Fue un choque emocional para mí volver a la cárcel, entrar a un calabozo con gusanos, me hicieron retroceder 15 años, tenía quince años que no caía en prisión porque yo había decidido dejar el liderazgo negativo, decidí que mi liderazgo sería social. Pensé que si respetaba las leyes de Dios y del hombre no me ocurriría nada malo y no volvería a prisión. Pero en 2014 empezó la persecución, tanto por tener una amistad con Leopoldo (López) como porque yo denunciaba fuertemente lo que ocurría en las cárceles.

 
No sería extraño pensar que tras haber sufrido tanta persecución Gilber Caro decidiera exiliarse, pues los riesgos persisten para él y para todos los adversarios al régimen. Pero el diputado asegura que esa no es posibilidad que se haya planteado: “No tengo miedo, eso sí, si me vienen a matar me gustaría verle la cara a quien me mate, es lo único que pido. Pero no me voy del país, sería incongruente con mi lucha cruzar la frontera, mi lucha está aquí y quiero seguir y morir en Venezuela”.
 
Sin embargo, Caro no siente que el daño recibido ha recaído solo en él. Si se le pregunta cuál ha sido su peor momento como preso político él piensa en su entorno y los temores a que alguien cercano sea perjudicado, también reconoce que su peor momento “es ver el hambre que pasan nuestros niños mientras hay quienes comen en hoteles cinco estrellas y hablan en nombre de la pobreza”.
 
No es posible conocer muchas de las situaciones que Gilber Caro vivió durante sus dos encarcelaciones por motivos políticos, pues las causas aún están en curso y tiene prohibición de hablar de su caso; sin embargo, es de conocimiento público que la última vez estuvo más de 50 días en lo que abogados y organizaciones de derechos humanos calificaron como “desaparición forzada”; también ante todos quedó a la vista la delgadez que lucía cuando salió en libertad en 2018 tras un año y medio preso en aislamiento. Eso podría dar una idea de las situaciones que sufrió en prisión este diputado a quien se le vulneraron sus derechos humanos y al debido proceso. Aun así, sorprendió a todos cuando anunció públicamente que perdonaba a quienes lo encarcelaron.

Yo me he dedicado a ver el significado de esa palabra. Para mí el perdón no es falta de justicia, jamás, y no mezclemos perdón con justicia, hay una línea muy delgada entre venganza y justicia. Yo no quiero venganza, pero sí quiero justicia. Ellos se salieron de las normas, desde el narcotráfico, asesinatos, hambre. Tiene que haber un tribunal que investigue y que no haga justicia única y exclusivamente por los hechos de ahorita, pues esto tiene 60 años. Lo que pasa es que también ellos (el chavismo) quisieron buscar justicia, pero se vengaron. Yo no puedo caer en la misma trampa, ni en la venganza ni en el resentimiento, que es igual o peor.

 
“Hay que entender que la justicia va separada de la venganza. Son dos cosas distintas. ¿Hablo del perdón? Sí, los perdoné porque no voy a vengarme, me hicieron cosas pero va a actuar la justicia. ¿Quiero estar en el tribunal? Sí ¿quiero ver cómo los juzgan? Sí, le pido a Dios salud y vida para ver cuando los juzguen. Si me debo a mi país como político no puedo “ojo por ojo, porque quedaré ciego”, como bien lo decían Gandhi y Jesús, y si nos quedamos ciegos no construimos futuro. Yo no soy juez, simplemente he sido víctima y no quiero ser victimario”.

Hay quienes no entienden ni comparten su idea del perdón a quienes han hecho tanto daño a ustedes los diputados y al país…

 
El perdón es algo que me ayuda a no ser resentido, a no vengarme y a ver hacia el futuro en la construcción de nuestro país. Mandela lo vio, lo analizó y llegó a ser presidente porque él dijo que su campaña iba enfocada al futuro. Mi campaña y nuestra campaña tienen que ir enfocada hacia el futuro. Qué buena pregunta porque me ayuda a explicarle a quienes me han atacado por perdonar. Te puedes imaginar hasta dónde llegó la sociedad que una persona me dijo hace poco que por qué no salí muerto de la cárcel, que ellos (la gente) respetan a los muertos. La antipolítica y quienes se han quedado ciegos ganaron en esos corazones. El gobierno gana cuando tú eres igual a ellos, pero en mí no han ganado ni van a ganar, porque yo dejo entrar en mi vida lo que yo quiero y el resentimiento no está en mi vida desde 1999. Yo tengo heridas, físicas y he perdonado a quienes físicamente me han herido y a quien me ha traicionado, es bueno perdonar.

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