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Delsa Solórzano: Los ataques en mi contra me hacen sentir más comprometida

Delsa Solórzano es uno de los rostros de mayor presencia en la Asamblea Nacional. Fue electa diputada para el período 2016-2021 por el Circuito 1 del estado Miranda (Carrizal, Guaicaipuro y Los Salias), antes fue electa ante el Parlamento Latinoamericano. Su condición de mujer no la ha eximido de ser blanco de ataques, no solo de los inherentes a la guerra política comunes en cualquier parte del mundo, sino incluso de la violencia física cada vez más constante en el Palacio Legislativo venezolano.

Recientemente, fue objeto de graves señalamientos –sin pruebas fehacientes– y de una campaña de desprestigio por parte del presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, un funcionario acostumbrado a inculpar y juzgar a través de su programa televisivo. Pero ese episodio es uno más para una diputada que ha sido constante víctima de alguna de las 13 formas de agresión que han sufrido los legisladores venezolanos por parte de instituciones del Estado, apoyadas de organismos de seguridad y colectivos paramilitares.

Una muestra de lo que ha vivido Solórzano desde que es diputada es que lleva adelante sus actividades como presidenta de la Comisión de Justicia y Paz de la AN y como madre con “la espalda rota”, como ella misma lo describe. No se trata de una condición de salud propia ni de las secuelas de un accidente, sino del resultado de una golpiza que recibió dentro de la Asamblea. “Lo hizo el coronel (Bladimir) Lugo, al que ascendieron a general después de golpearme tan brutalmente en la espalda que me sacó los discos de la cervical. Mi espalda está destruida por esa golpiza salvaje, eso fue debidamente relatado, verificado, documentado, ese es mi caso pero está la historia de violencia que han sufrido todos mis compañeros de trabajo. Aun así no hay forma de que la satrapía logre que los diputados nos rindamos, aquí estamos y vamos a seguir”.

Satrapía es la palabra que Delsa Solórzano utiliza para referirse al régimen de Nicolás Maduro, porque –de acuerdo con la definición– quienes están en el poder abusan de su autoridad para conseguir lo que desean, que no es más que mantenerse enquistados, incluso a cuestas del dolor de la población y enfilados a destruir el único poder legítimamente constituido.

Como el relato de una pesadilla de la cual aún no se sale, la diputada describe los momentos y las formas en que el poder ha intentado aniquilar la AN: “La arremetida comenzó el primer día. Las sentencias ilegales del Tribunal Supremo de Justicia contra la Asamblea Nacional comenzaron desde el primer momento, con una primera decisión contra la elección de los parlamentarios de Amazonas, luego tuvimos un primer año (2016) de toma al Parlamento, de golpes y de sentencias una tras otra que iban de alguna manera limitando nuestra actividad parlamentaria; de hecho, por ejemplo, la supresión de los salarios fue a mitad del primer año del período. El acoso físico también fue desde el primer momento, siempre estuvieron los colectivos paramilitares en la esquina del Asamblea impidiendo o dificultando el ingreso de los diputados y de nuestros equipos de trabajo al Palacio Legislativo. Sin embargo, ese asedio se ha incrementado de manera notable en los últimos; de hecho, actualmente hay 122 parlamentarios sometidos a algún tipo de acoso, eso va desde amenazas de muerte hasta no tener pasaporte para entrar y salir libremente y, por supuesto, pasando o la violación de la inmunidad parlamentaria, de allí que varios diputados están presos, en el exilio, refugiados en alguna embajada o algunos en la clandestinidad”.

¿Por qué es importante que los ciudadanos defiendan la inmunidad parlamentaria menoscabada por el régimen?

“La inmunidad parlamentaria es una institución que existe en la Constitución y que no pretende más que proteger al diputado en su labor de control, pues eso implica riegos y más para los que vivimos en dictadura, pues investigamos corrupción, hechos de violencia gravísima como la masacre del Junquito y la masacre Barlovento, esa labor de control que tiene asignada los parlamentarios de manera constitucional es muy complicada, debemos controlar a los órganos del Estado, la Constitución nos faculta para destituir ministros y al vicepresidente de la República. Entonces, cuando se viola la inmunidad del parlamentario se está violando también el derecho del ciudadano que lo eligió. Un ejemplo de las graves consecuencias de esto es el caso de Rafael Guzmán que está en el exilio, su suplente Gilbert Caro estaba en desaparición forzada, luego se supo que estaba en prisión en el Sebin, y Adriana Delia, otra parlamentaria de ese circuito, también está en el exilio, por lo que los electores de ese circuito estaban sin representación”.

PARTICIPACIÓN POLÍTICA VULNERADA

Pero cada acto para arremeter contra alguno de los diputados de la AN es también un ataque al derecho a la participación política de los ciudadanos que lo eligieron. “Hay un claro desconocimiento a la voluntad ciudadana, es decirle al país ‘no vale la pena que elijas porque tú eliges y yo voy a robar tu voto’. Ojalá la gente entendiera que el voto no es simplemente un derecho que se ejerce cada cinco o cuatro años, sino que cuando se vota apenas se comienza a ejercer el derecho al voto, el derecho a exigir, a reclamar rendición de cuentas, es un derecho que se sigue ejerciendo cuando el elegido ejerce el cargo. Lamentablemente, en una dictadura no se puede legislar y hacer contraloría como debe ser, porque ese derecho al sufragio lo limita de manera completa y absoluta. Pero desde el punto de vista jurídico e institucional hay un mensaje muy claro de que en Venezuela no hay Estado de Derecho, no hay nada que diga que en Venezuela hay democracia”.

Con la convicción que la caracteriza, Solórzano asegura que el régimen no podrá aniquilar la Asamblea Nacional, aunque los ataques limiten cada vez más el trabajo legislativo y de contraloría. “Para su infortunio nosotros no nos vamos a rendir aunque casi todos hemos sido víctimas de atropellos indescriptibles. Incluso, los que están en la clandestinidad, refugiados o en el exilio son diputados aunque porque el Parlamento va mucho más allá del lugar donde está ubicado”. La posibilidad de elecciones anticipadas también la descarta: “Las elecciones serán cuando corresponda y de la manera en que lo dice la Constitución, mientras no se realice un proceso electoral en los tiempos y la manera que manda la Constitución nosotros seguiremos ejerciendo los cargos para los cuales fuimos elegidos. Lo que buscan es que nos rindamos y eso no va a ocurrir”.

Delsa Solórzano es la única venezolana en la directiva de la Unión Interparlamentaria, instancia de las Naciones Unidas que ha seguido con atención el caso de los diputados venezolanos: “Lamentablemente Venezuela ocupa el primer lugar con más cantidad de diputados sometidos a acoso, pues superamos a Turquía, y en ese sentido la Unión Interparlamentaria ha emitido pronunciamientos muy fuertes sobre el caso Venezuela, ha emitido dictámenes exigiendo libertad inmediata o devolución de pasaportes de varios diputados, dependiendo del caso, tiene además una visita pendiente a nuestro país a la cual se comprometieron factores representantes del señor (Nicolás) Maduro que no han cumplido porque evidentemente saben que la Unión Interparlamentaria es absolutamente imparcial y que bajo ninguna circunstancia se presta para artilugios que eviten que se conozca la verdad. Aun así, la situación de lo que ocurre en nuestro Parlamento la conoce el mundo entero, cada vez que tenemos oportunidad levantamos fuerte nuestra voz, y además lo hacemos con pruebas.

Lejos de sentirse abatida, asustada o vulnerada, Delsa Solórzano afirma que todos los ataques que ha sufrido la hacen sentir más comprometida con sus electores y con el país: Hoy me siento mucho más comprometida con una nación que espera mucho de nosotros y que merece todo de sus diputados, así que para mí no hay otra palabra que compromiso con Venezuela… A estas alturas ya he perdido todos los miedos, mi único miedo es a que mi hijo crezca en este régimen, ¡son casi veinte años en esto!”, ¿qué país le voy a dejar a mi hijo? Yo no quiero que él un día voltee hacia atrás y se encuentre luchando por lo mismo que estoy luchando yo hoy. Mi único miedo es no darle un país libre”.

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